lunes, 4 de abril de 2011

RUTA DE LOS DRAGONES Y GARGOLAS DE BARCELONA

Las gárgolas de Barcelona miran desde lo alto de los edificios, dispuestas a arrojar agua sobre los transeúntes. Las hay de grandes fauces y lengua temible, mirada feroz y patas de garras imponentes, con alas y sin ellas. Aparecen en lugares insospechados, acechando bajo aleros, cornisas y balcones, y comportándose como seres rampantes. Comienza este recorrido, cámara en ristre, por el Paseo Lluís Companys, entre el parque de la Ciutadella y el Arc de Triomf, jalonado por 52 macetas, y entre las que destacan cada pocos metros dragones de fauces abiertas. Al final del mismo se puede observar el Castillo de los Tres Dragones. Cuando el antiguo Museo de Zoología colocó en lo alto tres figuras de dragón, con motivo de un acontecimiento especial, los barceloneses comenzaron a denominar al edificio “Castell dels tres dragons”.
Así son los dragones que habitan en Barcelona, ya se trate de representaciones en piedra, forja, madera, azulejo, mosaico o trencadís. Son casi cuatrocientos los repartidos por toda Barcelona, aunque en esta ruta sólo vamos a conocer unos cuantos, junto a otros seres mitológicos que los acompañan, las gárgolas.
La figura del dragón, un ser inexistente, seducía mucho en el modernismo, por tratarse de un personaje exótico y porque el modernismo es una mezcla de lo neogótico y lo exótico. Dragones famosos son los que se pueden encontrar en la casa del Paraigües de la Rambla, un edificio premodernista de Josep Vilaseca, el cual acoge a un dragón chino.
Enfrente del dragón chino de las Ramblas, en unos edificios próximos al Mercado de la Boquería, se contemplan una serie de dragones clásicos en sus azoteas. Otro dragón popular es el Dragón que aparece como relieve en la fachada de la calle del Bisbe. Siguiendo por la misma calle del Bisbe, se ve el Palacio de la Generalitat, que conserva en este tramo su fachada original gótica, del siglo XV. Hay que fijarse en una de sus gárgolas, ya que en ella se refleja la princesa de la leyenda de Sant Jordi. En 1928 Joan Rubió i Bellver construyó este puente neogótico que une la Casa del Canonges con el Palacio de la Generalitat, inspirado en el gótico flamígero. Igual de sorprendente es el Dragón luchando contra el caballero de la fachada lateral de la Catedral de Barcelona, y las gárgolas que rodean todo su perímetro.
Junto a las escaleras también se puede contemplar un escudo flanqueado por dragones alados con aspecto humano.
Pasado el primer tramo de la calle, a mano izquierda verás otra de esas residencias religiosas: la Casa dels Canonges, actual sede de la Vicepresidencia del Gobierno catalán. En este lugar localizarás una representación de Sant Jordi y el dragón. Algo similar también puede verse frente a un pub inglés, un poco más allá del Centre Excursionista de Catalunya, saliendo del Templo romano de Augusto. Parece que los primeros ejemplos góticos de gárgolas son las que se pueden observar en la Catedral de Lyon, seguidas de las que pueblan Notre-Dame de París. Es raro encontrar una gárgola sola. Generalmente suelen estar agrupadas en hileras, sobre los altos de iglesias y catedrales, a modo de una sociedad de gente de piedra. Las gárgolas del primer gótico apenas si estaban elaboradas, pero según fueron proliferando, el diseño se fue haciendo cada vez más elaborado, transformándose en auténticas obras de arte. El rasgo distintivo de sus expresiones es que nunca eran bellas sino intencionadamente horribles, grotescas o irónicas. En general, el gótico se caracteriza por ser más realista que el románico, con la excepción de las gárgolas, que parecen perpetuar la fascinación, típicamente románica, por las criaturas grotescas y monstruosas.
Desde finales del siglo XIII las gárgolas se hicieron más complicadas, abandonándose la representación de animales, que fueron reemplazados por figuras humanas. Aumentaron su tamaño y se transformaron en figuras más exageradas y caricaturizadas. Las connotaciones demoníacas se abandonaron en el siglo XV, cuando se extremaron las poses y expresiones faciales, perdiendo sus significados religiosos y haciéndose más cómicas. No hay que perderse los dos dragones en la reja del jardín, sobresaliendo sin pudor del Museo Frederic Marès, en la Plaza de Sant Iu, número 5, antiguo lugar donde habitó la Santa Inquisición, y que se inauguró en 1948 para acoger la obra de este artista. Estos dragones, en realidad, representan a Tiamat, el semidragón al que se enfrentó Marduk, dios de los sumerios y que el tiempo transformaría en el Yahvé de los hebreos. Marduk lanzó su red contra el monstruo, y luego le envió una flecha a las fauces abiertas para clavarse en su vientre. Marduk, con el dragón ya muerto, cortó en tajadas sus órganos internos y partió su corazón en dos para que no reviviera. Por último, hay una talla en madera con el caballero y el dragón en el interior de la Catedral de Santa María del Mar, en la misma sala donde se encuentra una representación de la Vírgen negra de Montserrat. Este dragón cuellilargo tiene connotaciones de monstruo marino. Un buen lugar para concluir la visita por las gárgolas de la ciudad es acudir a la Biblioteca de Santa Creu, con entrada por la calle Hospital, construido en 1401 para reunir todos los hospitales de la ciudad. Hay más dragones sobre la fachada del ayuntamiento de Barcelona, en la Plaça Sant Jaume, unicornios alrededor de la Catedral de Barcelona, un centauro en la calle del Bisbe, o gárgolas en la Parroquia de la Plaza del Pi. Para terminar un apunte, en el también histórico barrio del Borne, durante el transcurso de la ruta, nos desviaremos para ver un gran rostro de mujer madura tallado en piedra que observa una calle desde las alturas. No es más que un vestigio de la Edad Media, en la cual muy poca gente sabía leer (sólo los de clases altas e ilustradas, y clérigos), es por este motivo que se utilizaban imágenes o representaciones gráficas para comunicar o indicar algo. Esta gran cara indicaba la proximidad de un prostíbulo. Si te ha gustado esta ruta y quieres conocerla en su totalidad, puedes acompañar al guia Carlos Mesa todos los domingos a las 10:30 horas, que te contará durante dos horas y media, todas las anécdotas y misterios de Barcelona. El precio de la ruta guiada es de 12 € ó 9 € si la compras por internet en Actividades de ocio.

1 comentario:

  1. Esta ruta ademas de ser interesante es muy entretenida y se pueden hacer unas fotos muy originales, gracias.

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